viernes, 28 de octubre de 2011

El Trabajo de Los Metales. Museo del Oro BANREP

http://banrep.org/museo/esp/s_metales05.htm



La orfebrería es el arte de labrar objetos en metales preciosos. Los orfebres materializaron su destreza y su conocimiento sobre las características físicas y químicas de los metales en la gran diversidad de técnicas de manufactura usadas en la orfebrería prehispánica de Colombia.




La metalurgia de los Andes peruanos se caracterizó por el énfasis en la producción de objetos por martillado. Esta preferencia tecnológica era una elección cultural que no dependía de las propiedades de los metales ni de la ignorancia sobre otras técnicas, pues los orfebres conocían de la fundición, que llevaban a cabo antes del martillado. La tradición andina se extendió por el territorio colombiano y en particular entre las sociedades del suroccidente del país.

Para fabricar láminas los orfebres golpearon tejuelos sobre lajas o yunques de piedra. Utilizaron martillos de distintas formas, materiales, tamaños y pesos, de acuerdo con la aleación, la dimensión del objeto o la fase del trabajo.

Al ser martillado, el metal se torna quebradizo y tiende a fracturarse: los orfebres debían calentarlo al rojo vivo y enfriarlo sumergiéndolo en agua. Este proceso, el recocido, que se repetía muchas veces, permitía seguir golpeando la lámina hasta obtener el grosor y tamaño deseados.

Lajas y pulidores de piedra se usaron para alisar las láminas y obtener superficies uniformes. Cinceles de piedra o de tumbaga endurecida por martillado fueron empleados para delinear y recortar la forma final del objeto.

La alta maleabilidad del oro hace posible fabricar láminas delgadas y flexibles para elaborar objetos de formas, tamaños y calibres variados.

La plata se usó solamente en el altiplano nariñense, por la influencia cultural de los Andes Centrales. Con aleaciones de cobre y plata se elaboraron narigueras, orejeras, recipientes y diademas.

Los adornos y utensilios de cobre martillado fueron, por lo común, más pesados y gruesos que los de oro o de plata. Los adornos martillados en tumbaga, aleación de oro y cobre, suelen tener paredes delgadas y superficies muy pulidas.



El artífice esbozaba con buriles los diseños decorativos en la cara posterior de la lámina. Luego, con la ayuda de cinceles, repujadores y punzones, presionaba y resaltaba el motivo por ambas superficies hasta obtener volúmenes, mientras apoyaba el objeto sobre algún material blando o sobre formas talladas en arcilla, madera o hueso.

Los diseños con vacíos o calados se obtuvieron recortando las láminas con la ayuda de cinceles metálicos y líticos.



En América, la metalurgia del platino sólo se dio en la región de Tumaco - La Tolita, en la Costa Pacífica de Colombia y Ecuador. Como su elevado punto de fusión de 1.775ºC no les permitía fundirlo, los orfebres desarrollaron la sinterización: al calentar gránulos de platino mezclados con oro, este último se derrite y atrapa el platino; el tejuelo resultante se puede trabajar por martillado. En el microscopio metalográfico se ve cómo los granos de platino están atrapados por el oro fundido.

Los orfebres del suroccidente colombiano combinaron partes de oro y de platino sinterizado para crear adornos bicolores.





La orfebrería prehispánica del territorio de la actual Colombia se distinguió en Suramérica por el predominio de la fundición a la cera perdida. Los orfebres fueron maestros en crear adornos y recipientes que modelaban en cera con sus manos y luego transformaban en metal. La cera se obtenía de las colmenas de abejas sin aguijón, o abejas angelita. En Colombia, las diversas especies se encuentran desde el nivel del mar hasta los 3.400 metros, especialmente en los bosques húmedos.

Con el recurso de modelar una forma en cera de abejas y mediante un molde trasladar la forma al metal, los orfebres crearon gran variedad de objetos: representaciones realistas o abstractas, finos tejidos metálicos o pesados adornos.

Las huellas digitales impresas en algunos colgantes de metal hicieron pensar a los europeos que los indígenas amasaban y modelaban directamente el oro. Las huellas quedaron en los modelos en cera usados en el vaciado a la cera perdida.

El oro funde a 1.063°C y el cobre a 1.083°C. Al fundirse juntos cambian sus propiedades y su punto de fusión puede bajar hasta 850°C. Su aleación se denomina tumbaga o guanín, término este último que le daban los taínos de las Antillas mayores.
  • En cera se modelaba la figura deseada. Al modelo se le adicionaban rollos del mismo material que, una vez derretida la cera, dejarían los conductos por donde fluiría el metal.
  • El modelo en cera se recubría con capas de arcilla para formar el molde. El molde ya seco y duro se calentaba para derretir la cera y extraerla.
  • El metal líquido se vaciaba en el molde. Tomaba así la forma del modelo.
  • Una vez frío el molde, era necesario romperlo para sacar la pieza metálica.
  • Retirado el objeto del molde se le cortaban los conductos y el embudo, y se pulía; en algunos objetos se advierten aún sus huellas.


En épocas prehispánicas los mineros se procuraban el oro, el cobre y el platino lavando las arenas auríferas de los ríos que bajaban de las cordilleras, en especial de la Central y la Occidental. También explotaron vetas en las montañas.

Los españoles que los vieron trabajar tras la Conquista contaron en sus escritos y crónicas que los indígenas eran expertos en estos trabajos; que usaban bateas de madera y cerámica para aclarar el agua y la arena de los ríos, que construían acequias, canales y acueductos para desviar las aguas y llevarlas hasta los sitios de extracción; que quemaban y rozaban potreros para hacer aflorar los depósitos auríferos y recoger el metal en las raíces de las plantas carbonizadas; que atravesaban redes y mallas en los ríos correntosos para atrapar las pepas grandes del metal; que abrían socavones de hasta seis metros de profundidad y que para romper las peñas en busca del oro las calentaban con grandes hogueras y las bañaban luego con agua fría.

Los instrumentos mencionados para la perforación eran la coa o macana con la punta endurecida al fuego y rudimentarias pero efectivas herramientas talladas en piedras duras. En canastos de fibras vegetales se transportaba la tierra y el material aurífero.

Hachas, martillos o barretones de piedra sin duda pudieron servir para abrir socavones y canales y seguir las vetas de los metales. Hoy los arqueólogos podemos identificar certeros vestigios de las actividades mineras cuando dentro de las tumbas, el difunto, presumiblemente un minero, fue enterrado junto con pepitas o chicharrones de oro o con oro en finas lentejuelas, producto del bateaje.

El oro obtenido en forma de chicharrón o pepita era triturado en morteros de piedra con la ayuda del agua de arroyos cercanos. Los minerales de cobre tenían que ser fundidos junto con otras sustancias para separar el cobre metálico de otras impurezas. Esto se realizaba en hornos construidos en las laderas de las montañas para aprovechar las corrientes de aire, de manera que éstas ayudaran a mantener el fuego. En hornos cavados en la tierra el fuego era mantenido por la acción de varios indígenas que se turnaban en la tarea de soplar a través de cañas verdes, delgadas y largas con los extremos protegidos del calor por tubos cerámicos o toberas. Las toberas presentan diferencias de color y de diámetros en sus extremos. Algunos son cilíndricos con un borde en forma de cono y otros tienen forma de conos alargados unidos por su base. Dos de la colección del Museo del Oro están decoradas con rostros humanos.

No sólo se fundió en hornos cavados en la tierra, también en hornillas o braseros portátiles que estaban en uso en la época de la Conquista. Hechas en cerámica, están formadas por una base dentro de la cual se soplaba por un tubo al que se ensamblaba una caña, y tienen varios pequeños orificios por donde el aire pasaba de la parte inferior a la superior a través de las brasas de carbón vegetal. El aire a presión avivaba así el fuego para obtener las temperaturas superiores a los 1063° necesarias para la fundición.
Los minerales se fundían dentro de crisoles de cerámica refractaria, al fondo de los cuales quedaban pequeños tejuelos o lingotes redondos y planos del metal listo para ser trabajado. Fundiendo en un crisol oro argentífero y cobre se creaba la aleación que conocemos como tumbaga.

Los orfebres de la Cordillera Oriental, del Altiplano Nariñense y de la Sierra Nevada de Santa Marta usaron piedras duras, resistentes y muy lustrosas como utensilios de trabajo. En piedras negras y verdes con diferentes composiciones de minerales de hierro, basaltos u obsidianas, tallaron yunques, punzones, cinceles, repujadores y pulidores. En algunos de estos artefactos se ven ralladuras doradas que delatan su uso en el trabajo de los metales. La colección del Museo del Oro tiene al menos un martillo tallado en el hierro de un meteorito para aprovechar el peso y dureza de este metal. Martillos los hubo de diferentes tipos de piedra, tamaños y formas, según el tipo de lámina que se necesitara hacer, el avance del trabajo e incluso la aleación del metal trabajado, puesto que el oro se podía martillar mucho más fácilmente que la tumbaga, que es relativamente dura.

Cinceles, punzones y repujadores también se hicieron en metal para cortar y repujar las láminas metálicas haciendo presión sobre ellas. Era usual que fueran de tumbaga o incluso de cobre endurecidos a golpes de martillo hasta quedar más duros que el material sobre el que se trabajaba. En muchas ocasiones un solo instrumento tenía doble función o se usaba engastado en mangos de madera.

Además de los martillados y repujados, gran cantidad de adornos y recipientes fueron hechos por la técnica de la fundición a la cera perdida. El orfebre limpiaba, colaba y amasaba la cera obtenida de los panales de abejas sin aguijón para hacer modelos con la forma que deseaba darle a las figuras de metal. Sobre mesas de piedra estiraba la cera con rodillos de piedra para volverla láminas o hilos que cortaba con cinceles, cuchillos y espátulas de piedra o metal. Estos utensilios le servían también para alisar y pulir la figura delicadamente armada en cera. Para crear un molde el orfebre cubrió luego cada uno de sus modelos de cera con arcilla, primero muy líquida y mezclada con carbón molido, luego más consistente. Una vez seca la arcilla, calentó el molde: la cera se derritió y salió por unos canales dejados para ese efecto, y su lugar —y su forma— fueron ocupados por el metal fundido que el orfebre vertía desde el crisol. Alguna forma de pinza debieron usar los metalurgos para tomar el crisol de entre las brasas ardientes y llevarlo hasta el molde con el metal fundido.

Hay un largo camino entre la veta o las arenas auríferas y el objeto ya pulido, retocado y bruñido que el orfebre podía mostrar con orgullo a su cacique y su comunidad, o depositar, como ofrenda, en lo profundo de un bosque o en las aguas de una laguna. Ese camino está registrado en las mútiples herramientas que preserva la colección del Museo del Oro.

Armado de Piezas de Joyería: Metales preciosos Museo del Oro BANREP

Armado de Piezas de Joyería: Metales preciosos Museo del Oro BANREP

Metales preciosos Museo del Oro BANREP

http://banrep.org/museo/esp/s_metales02.htm



El oro es un elemento químico de símbolo Au y de color amarillo. Tanto el nombre “oro” como su símbolo se derivan del latín aurum que se refiere al resplandor, a la luz, a dorar, dorado, áureo. La palabra “orfebre”, del francés antiguo, se deriva a su vez del latín auri faber “metalúrgico del oro”, el que fabrica oro. En la antigüedad, la principal preocupación de los alquimistas era producir oro a partir de otras sustancias como el plomo.

El oro ocurre en la naturaleza como parte integrante de las rocas. Se cree que se forma de gases y líquidos que se elevan desde el interior de la tierra, los cuales viajan a la superficie a través de fallas de la corteza terrestre. Es encontrado en vetas, depósitos, en depósitos de cobre porfírico, placeres y en menor escala en el agua del mar. Las vetas están incrustadas en las rocas, mientras que los depósitos de placeres están constituidos por partículas llamadas pepitas (independientemente de su tamaño). Estas pepitas fueron arrancadas, lavadas y cargadas desde las vetas por aguas superficiales como los ríos. Raramente encontrado en su forma pura, el oro está usualmente combinado con plata en una aleación natural llamada electrum u oro argentífero.

El oro es el metal más maleable y dúctil de todos, de ahí que se puedan obtener láminas extremadamente delgadas. También es el segundo más pesado, con una densidad de 15.6 – 18.3 g/cm3; es blando (2,5 – 3 en la escala de Moh) y tiene un punto de fusión de 1063°C. Es excelente conductor de calor y electricidad y especialmente, es incorruptible, no reacciona con ácidos ni con el oxigeno, es decir no se oxida ni pierde su brillo; sólo reacciona con el agua regia.


Los alquimistas de la antigüedad la llamaban el metal Luna o Diana, por la diosa de la luna, y le atribuyeron el símbolo de la luna creciente. Su símbolo químico, Ag, se deriva de latín Argentum que significa blanquecino. En el siglo IV d.C. Hispania era el principal proveedor de este metal para el imperio romano. Para exportarla se preparaba en láminas llamadas “Plattum (láminas) argentum”. Posteriormente la pérdida del sustantivo dejó sólo a platta, y así llegó a nuestros días.

La plata es un elemento bastante escaso que se forma en rocas ígneas y metamórficas en filones hidrotermales. La mayoría de las veces se encuentra como minerales que contienen compuestos de plata. Aproximadamente tres cuartas partes de la plata producida hoy en día son un subproducto de la extracción de otros minerales especialmente del cobre, el zinc y el plomo. Su aleación natural con oro se conoce como electrum.

Los sedimentos más notables de plata pura se encuentran en México y en Perú.
Después del oro, la plata es el metal más maleable y dúctil. Es el de más alta conductividad térmica y eléctrica. Es moderadamente suave y un poco más duro que el oro. Funde a 963°C. Es lustroso, de color blanco grisáceo, y cuando se pule su brillo refleja el 95% de la luz. No se oxida fácilmente pero su superficie ennegrece a causa de pequeñas impurezas de sulfuros.

Por lo común la plata se recupera de los minerales de plata por tostación del mineral en un horno para convertir los sulfuros en sulfatos y posteriormente poder extraer químicamente la plata metálica. El proceso más común es el del amalgamado, en el cual se vierte mercurio líquido sobre el mineral triturado; el mercurio forma una amalgama con la plata, que se lava y procesa para que el mercurio se volatilice y quede libre la plata.

Otra forma de beneficiar la plata es por medio de la copelación que consiste en mezclar el metal precioso impuro con plomo: los metales se funden conjuntamente en un crisol poroso o copela (copa pequeña) hecho a menudo con cenizas de hueso. Al soplar sobre la masa fundida, el plomo y los restantes metales viles se oxidan y el óxido de plomo es en parte eliminado por el soplo y en parte absorbido por las paredes del crisol. En el crisol queda un botón de plata refinado.



El platino fue descubierto por primera vez, como metal, en Colombia; en el año de 1748 el oficial de marina español don Antonio de Ulloa y García de la Torre lo presentó en Europa. Los indígenas americanos, sin embargo, lo conocían ya dos milenios antes y lo podían trabajar por sinterización.

Su nombre proviene de la palabra española platina o plata menor, ya que inicialmente se le creía una variante de la plata. Los españoles descubrieron depósitos aluviales de este metal cuando exploraban minas en busca de oro en la región del Chocó, en la mina de Santa Lucía cerca de la población de Tadó. Allí notaron la existencia de un metal de color blanco grisáceo, imposible de fundir y con ningún uso aparente e inicialmente lo botaban de nuevo en los ríos para que, según la alquimia, terminara de madurar. Aún cuando algunos ejemplos llegaron a Europa, se experimentó gran dificultad para obtener una masa de platino maleable debido a su altísimo punto de fusión de 1773°C.

No es un metal muy abundante en la corteza terrestre. Por lo general se encuentra en estado metálico en forma de pepitas aleado con otros metales del grupo del platino y asociado a minerales de níquel, oro, cobre y cromo.

Los placeres más abundantes se encuentran en la región Pacífica de Colombia y Ecuador y Colombia es uno de los mayores productores del mundo.

Se trata de un metal de color blanco grisáceo, blando, dúctil, maleable, pero con un altísimo punto de fusión, lo que lo cataloga como un metal difícil de trabajar. Se expande ligeramente con el calor y tiene una resistencia eléctrica alta. Químicamente es bastante inerte, resiste el ataque con el aire, el agua, ácidos y reactivos ordinarios, y sólo se disuelve lentamente con el agua regia. Es un metal muy pesado con una densidad de 21.45 g/cm3 y símbolo químico Pt.

Sólo hasta principios de 1800, el químico Británico W.H. Wollaston pudo obtener una muestra de platino puro.

martes, 6 de septiembre de 2011

Evidencia Nº 2 Argollas Diamantadas

Evidencia Nº 2 Argollas Diamantadas
Para esta evidencia se requiere que se conozca el porcentaje de pérdida de material que se da a la hora de diamantar las piezas. Esto con el fin de calcular el margen de metal que es necesario adicionar dependiendo el decorado elegido.
Por ello en esta ocasión se elaborarán un par de argollas con medidas y peso especifico (9g), antes del proceso de diamantado. La idea de determinar el peso es conocer las clases de diamantados que se pueden aplicar a las joyas y el porcentaje de pérdida de material de cada tipo.
El proceso es el mismo que se siguió para las argollas planas en la evidencia Nº 1. Solo que en este caso se
Dadas las condiciones expuestas anteriormente se presenta el cuadro de resultados, así: 

















sábado, 13 de agosto de 2011

Evidencia Nº 1 Elaboración de argollas planas

Evidencia Nº 1 argollas planas
La primera evidencia planteada por parte del instructor y es la elaboración de un par de argollas para hombre y mujer, con medida y peso determinada. Serán elaboradas en Ag Ley 925.
1.      Preparación de Ligas y Soldaduras.
Se pesan los materiales a utilizar, en este caso se van a preparar 12 g de Ag ley 925 para ello se le adiciona a 12g de Ag Ley 1000, el 0,75% de peso en Cu, es decir 0,9g, para que la liga quede pesando 12,9g


Con respecto a las soldaduras,  de acuerdo al objeto a que se destine, se emplean diferentes composiciones que varían principalmente en fusibilidad. Se prepararon dos tipos de soldaduras, una dura y una media con las siguientes proporciones:
1g Ag + 0,30g de Latón = soldadura dura.
Soldadura media que sirve para completar la soldadura de artículos de plata, hecha con soldadura fuerte.
1g Ag + 0,50g de Latón = soldadura media.
2.       Fundición.
Antes de iniciar la fundición es necesario emplear los elementos de seguridad requeridos, como gafas protectoras y un extintor cercano en un eventual caso de accidente, que se evitarán haciendo uso adecuado de las herramientas y equipos. Es importante familiarizarse con el manejo del soplete. No se debe encender hasta estar completamente seguro del manejo del mismo. Antes de iniciar el trabajo es necesario revisar el equipo en busca de fugas de gas entre las uniones del soplete, manguera y tanque de gas, utilizando espuma de jabón sobre ellas, en caso de haberlas se deben cerrar inmediatamente todas las válvulas, ventilar el lugar y buscar ayuda para solucionarlas.
Al cerrar las válvulas de gas se debe hacer con firmeza, pero sin forzarla para evitar daños en las uniones y eventuales fugas.
Abrir la llave de gas poco a poco, para regular la salida de gas, de lo contrario puede que el soplete no logre encender debido a la fuerza del gas saliente lo impida o si enciende saldrá una flama muy grande. Es necesario protegerse, por lo que el encendedor se debe ubicar por debajo y detrás de la boquilla del soplete, alejándolo del rostro y las manos. Una vez encendido, se abre la llave paulatinamente para que la flama se haga más grande y se regule al tamaño deseado.

La flama que se usa en joyería es de tamaño intermedio en forma de cono de un tamaño entre 5 y 8 cm desde la boquilla del soplete hasta la punta.
Al realizar trabajos de soldadura de manera continua, el soplete debe apagarse cuantas veces sea necesario. NO debe dejarse encendido sobre la mesa entre una maniobra y otra ya que se pueden producir accidentes.
Se calienta la cuchara de cerámica con la mezcla de los metales, hasta que se vaya fundiendo, si es necesario adicionar un poco de bórax, para ayudar a fundir con mayor facilidad el material. Cuando está fundido, se puede mezclar con la ayuda de una válvula o una pieza de metal que permita mezclar el metal fundido.


3.       Laminado/trefilado.
Una vez conseguido el pequeño lingote o trefíl, este se debe limpiar de los restos de bórax que eventualmente hayan podido quedar en la superficie de la pieza, normalmente se eliminan solo con golpes suaves de martillo metálico, ya que el bórax toma una consistencia vítrea muy fácil de romper. Es importante retirar todos los restos de bórax para facilitar los trabajos subsiguientes. Si es necesario se puede sumergir la pieza en una solución de agua y alumbre, dejando hervir por unos minutos hasta que se eliminen todas las impurezas que aún puedan permanecer.
4.       Recocido del metal.
Los metales al ser golpeados o estirados se endurecen y se hace muy difíciles de moldear, aplanar o texturizar, razón por la cual es necesario ablandar el metal con fuego, proceso conocido como “recocido”, que consiste en calentar la lámina con el soplete de manera uniforme y paulatina hasta que adquiere un tono rojo, es necesario tener cuidado de sobrecalentar demasiado ya que se puede fundir la pieza. El recocido debe hacerse en principio calentando el material de manera uniforme, para aumentar la temperatura de la lámina, luego se concentra el calor por partes hasta que se vaya consiguiendo el tono rojo, para poder continuar con la sección siguiente. Al recocer la plata, esta tiende a opacarse, esto se considera normal.
Una vez recocida, se deja enfriar a temperatura ambiente para que las moléculas del metal se reacomoden de manera natural y así poder continuar con el trabajo. También se puede sumergir la pieza en un recipiente con agua fría de manera instantánea, pero tiende a doblarse debido al choque térmico, cosa que no sucede si se deja enfriar al ambiente. Cuando esto sucede, se endereza la lámina golpeándola con cuidado con un martillo de madera para no marcar la pieza, mientras se el da forma.
5.       Soldadura.
Una vez formados los aros, con la ayuda de la pinza dobla aros, se unen los extremos hasta que empaten, luego se hace un corte exactamente sobre la unión, sosteniendo la pieza con la antenalla, para asegurar que no queden luces en la junta y la soldadura pueda fusionarlas. 
 

Es importante que las piezas que se van a soldar se encuentren limpias y libres de grasa (especialmente de crema de manos) ya que de lo contrario la soldadura no podrá adherirse. Para probar la superficie se le pone una gota de agua que debe esparcirse, si se mantiene abultada es muestra de que la superficie tiene grasa. Para eliminarla se puede calentar un poco la pieza con el soplete. El calor quema y evapora la grasa. o simplemente limar las superficies para retirarla.
Una vez limpias y planas las texturas a soldar se colocan sobre un ladrillo o piedra pómez. La soldadura de plata se corta en cuadritos pequeños de 1 a 2 mm, utilizando tijeras para metal, se recomienda no manipular la soldadura con las manos sucias para evitar engrasarla.
En este caso se empleo como fundente el bórax diluido en agua que se aplica con un pincel fino o un corredor sobre la superficie de las piezas que se van a soldar. Si el fundente no se extiende uniformemente, significa que la superficie tiene grasa y esta se debe eliminar antes de continuar. Después de aplicar el fundente se puede calentar ligeramente la superficie.
Los fundentes en pasta como el bórax cuando se secan al fuego, pueden crecer en principio para bajar posteriormente y dar un aspecto de esmalte. Del mismo modo toman en principio un color blanquecino opaco.
Se ubica el aro en posición horizontal, poniendo dos puntos de soldadura en los extremos superior e inferior del aro, se adiciona un poco de bórax disuelto en agua, que sirve como fundente. 


Se inicia calentando la pieza por el extremo opuesto a los puntos de soldadura, con el fin de mantener una temperatura constante sobre toda la pieza. A medida que se va calentando el aro comienza tomar una tonalidad rosada, en este punto se acerca el fuego al punto de unión hasta que la soldadura comienza a fundirse, al iniciarse este proceso se debe retirar el fuego lentamente para que se expanda a los espacios vacíos entre los extremos del aro y se vuelve transparente. Se deja enfriar a temperatura ambiente.


6.       Pulido.
Armadas las argollas, estas se ubican en la estaca metálica y con ayuda de un martillo de metal y madera, se van alisando y dando la firma circular con base en golpes no muy fuertes, hasta que el metal se valla acomodando y dando una forma circular. Es necesario invertir la posición de la argolla en la estaca, para evitar que el aro tome la forma cónica y mantener una forma cilíndrica más o menos uniforme.
Es necesario limar y lijar las piezas. Se inicia con lijas de grano grueso de acuerdo con el grado de maltrato que presente la lámina. Siempre iniciando con las lijas de grano más grueso para eliminar las imperfecciones. El proceso debe hacerse siempre de manera ordenada, iniciando por un extremo y avanzando paulatinamente hasta cubrir la totalidad de la pieza. Cuando se llega a las lijas más finas la pieza de plata se vuelve más sensible a las marcas, por lo que se debe evitar que esta sufra golpes o roce con otros objetos. Para ello se puede colocar sobre la astillera una hoja de papel o cuero.
7.       Brillado.
Una vez terminado de lijar todas las superficies se inicia el brillado, empleando dos tipos de felpas de algodón con pasta para pulir y máquina pulidora. Es necesario utilizar los lentes de seguridad y si es necesario un tapabocas para proteger los pulmones durante el proceso. Se coloca la felpa en la pulidora, se enciende y se impregna con la pasta. Se comienza el proceso por secciones ordenadas al igual que el lijado, aplicando constantemente pasta ya que las partículas abrasivas que la conforman son las que van dando brillo a las piezas. Se pasa la pieza por la primera felpa más firme, empleando un poco de tiza de brillo blanca, hasta conseguir un brillo parejo y sin manchas. A continuación continua el brillado con una felpa más suave y tiza de brillo verde. Este proceso hace que las piezas se calienten debido a la fricción, esto es normal e indica que se está ejerciendo buena presión sobre la felpa, por esto es necesario emplear un pedazo de cuero, para sostener la pieza durante el proceso, si no se es muy tolerante al calor.
Después de terminar de pulir la pieza, es necesario lavarla con agua y jabón suave para eliminar todos los rastros de pasta de pulir, con ayuda de un cepillo de cerda suave. Posteriormente se seca con un paño limpio de algodón.
Samantha Valdez
Alejandra Cabezas
Antonio Oviedo
Carolina González
Diana Moreno
Fernando Sedano
Natalia Molina
Hellen Quiroga
Nelson Pinto
Beatriz Sánchez
Olga Beltrán
Diana Briseño
Claudia Gallo
Sandra Toscano
Jaqueline Mendoza
Sandra Barraza
Yolanda Casallas
Elizabeth Ramirez
Pendientes las fotografías de los trabajos finales de:
Geraldine Arias, Melissa Gómez, Johanna Gualteros, Laura Ruíz, Elizabeth Salazar y Cecilia Spanger